lunes, 27 de octubre de 2008

Un poema de vez en cuando




¡NO!



¡Cuánto sufrí y qué solo!... Ni un amigo,
ni una mano leal que me tendiera
en busca de la mía. Ni siquiera
el placer de crearme un enemigo.
De mi abandono y mi dolor, testigo
de una angustiada vida, compañera
fue una pobre mujer, una cualquiera,
que hambre, pena y amor partió conmigo.
Hoy, que mi triunfo asegurado se halla,
tú, amigo por el éxito ganado,
me dices que la arroje de mi lado,
que una mujer así denigra... ¡Calla!.
Con ella he padecido y he luchado.
¡El triunfo no autoriza a ser canalla!...

(Joaquín Dicenta).

0 comentarios: