lunes, 31 de marzo de 2008

Historias del bandolero



Censura y libertad

Me reí en sus barbas cuando me dijo, tan seguro, que no existía la censura... ¡Qué sabrá él!.
--Más de lo que te imaginas... He pasado muchos años de mi vida con grilletes y entre facinerosos como yo!.
Le dije que no era lo mismo la cárcel que la censura. Pero él estaba muy seguro de lo que decía.
-- La censura es la cárcel del pensamiento. Es lo mismo... Y el pensamiento no se puede encerrar; pero ellos no lo saben...
Me acordé de la lechuza que me mostró una noche cuando levantaba el vuelo.
-- ¿Ves?. Siempre lo hace cuando más oscura es la noche...
A veces me parece tan increíble como que hubiera leído a Heiddeger.
-- Mira niña, pueden sepultarte en la mazmorra más lóbrega y profunda que exista y pueden encadenarte de pies y manos. Pero nunca podrán impedirte que sigas pensando lo que te venga en gana y que sigas imaginando... Pueden quitarte la vida, pero no pueden matarte el pensamiento ni la imaginación.
Me insistía en que la verdadera libertad va con nosotros allá donde vayamos.
-- No seas tonta. La censura no existe. Quieren engañarte con palabras falsas y te amenazan con armas invisibles. Y quien cae en su trampa es porque esstá anestesiado. Porque tiene adormecida la fantasía y cerrada la razón. Quien está en sus cabales se rebela contra las palabras belicosas con otras palabras llenas de ironía, de cinismo, de metáfora. Eso no lo pueden castigar...
Se dio media vuelta y se introdujo en la cueva. Recordé tristes anécdotas, asesinatos, lápices rojos anulando la conciencia, vendas a la imaginación, creaciones mutiladas. Y le grité rabiosa:
-- ¿Que no existe, maldito ignorante?. ¿Dices que no existe?.
Y él me gritó desde el fondo de la cueva con su voz ronca:
-- No. La fantasía, la creación y la razón siguieron incluso en la mente de aquellos muertos. Y la mente no pueden matarla... Se habría acabado el mundo. Y la fantasía...



A veces me saca de quicio y no puedo evitarlo...



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