jueves, 1 de mayo de 2008

Historia de la Gastronomía



Carestía en las mesas reales

En España, en muchas ocasiones, la hambruna se ha extendido más por los Palacios que por las aldeas. Y han pasado más hambre los reyes y nobles que los villanos. El escritor Jerónimo de Barrionuevo, tesorero de la Catedral de Sigüenza, describió en sus "Avisos" las necesidades que atravesaba la Corte durante el reinado de Felipe IV:
"Come el Rey pescado todas las vigilias de la Madre de Dios y, en las de la Presentación, no tuvo qué comer más que huevos y más huevos, por no tener los compradores reales ni un real para prevenir nada...".
Más adelante, el cronista detalla que "dos meses y medio ha que no se dan en Palacio las raciones acostumbradas, que no tiene el Rey un real y el día de San Francisco pusieron a la Infanta en la mesa un capón que hedía como a perro muerto... Siguióle un pollo, del que gusta mucho, sobre unas rebanadas de pan como torrijas llenas de moscas. Y se enojó tanto que, a poco, no da con todo en el suelo ..."
Tres siglos después, en la zarzuela "Agua, azucarillos y aguardiente", Ramos Carrión escribió una coplilla para el coro de niños:
"Tanto vestido nuevo, tanta parola,
y el puchero en el fuego con agua sola..."
Así pues, la escasez de alimentos existió en todas las mesas, según las épocas. Pero no hay duda de que en el campo se comía mejor que en la Villa y Corte.
("El fogón del pobre".- E. González Sevilla.- Edic. del Serbal")

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