Un guerrillero militar: JUAN MARTÍN DIEZ "EL EMPECINADO"
Fue de los más aguerridos luchadores contra las tropas de Napoleón, tras la invasión francesa y uno de los enemigos que facilitó la derrota del ejército francés, que no estaba entrenado para luchar contra las guerrillas y los somatenes.
Nació en 1775 en Castrillo de Duero (Valladolid) y ya con 16 años ingresó en el ejército. Pero colgó pronto el uniforme por presiones familiares. Abandonadas las armas, fue testigo presencial de la brutal violación de una muchacha por un soldado francés al que luego mató con sus propias manos. Desde ese momento, Juan Martín fue declarado proscrito. Y nació la leyenda del guerrillero.
Logró reunir armas y una partida de hombres que empezó combatiendo en los caminos y pueblos de Valladolid y provincias vecinas. Sólo en 1808 se dice que mató a más de mil franceses en sus enfrentamientos. Ya con su cabeza puesta a precio, decide echarse al monte. Hay leyendas que aseguran que esta retirada fue debida a los celos, pero nada cierto se sabe.
Organizó su partida como un ejército formado en principio por 300 jinetes, con una disciplina castrense y entrenamientos constantes. Esta cifra fue aumentando conforme pasaban los años. Tanta era su fama y su popularidad entre los españoles que el general O'Donnell, comandante en jefe de los ejércitos del Rey, entendió perfectamente el consejo de "si no puedes vencer a tu enemigo, alíate con él". Y en 1811 le ofreció un puesto militar, con autorización para comandar a 10.000 hombres y actuar en toda Castilla la Vieja. Su ejército pasó a denominarse 5ª División del 2º Ejército real y sobrepasó frecuentemente los límites de sus actuaciones. Así, "El Empecinado" se mueve libremente por tierras de Segovia, Valladolid, Zaragoza, Valencia y finalmente Madrid, donde el 12 de agosto de 1812 entra triunfalmente con los otros guerrilleros más famosos del país, a los que Wellington concedió el privilegio de entrar en la Villa y Corte precediéndole a él y a sus tropas. Fue nombrado gobernador militar de Zamora, dada su popularidad en el ejército, y dedicó parte de sus esfuerzos a combatir a las partidas fernandinas del Cura Merino.
El padre del escritor Victor Hugo, general del ejército francés, le definió con muy pocas palabras: "Escaramuzas perpetuas, desapariciones súbitas. En el momento en que se le va a aplastar, desaparece bruscamente por donde menos se piensa"... El general Víctor Hugo tuvo que emplear más de 10.000 soldados que recorrieron toda Guadalajara para poder atraparle, objetivo que consiguió al cabo de cinco años en Roa, en 1823. Dos años permaneció en prisión, a la espera de que se encontrara un delito del que acusarle para poder procesarle. Fue ejecutado en 1825, tras un simulacro de juicio habituales en el absolutismo de Fernando VII.
Cuando era conducido al cadalso, se escapó de sus escoltas después de arrebatarles el sable a dos de ellos. Tardaron en darle alcance más de tres horas. Y se entabló un duelo entre El Empecinado y sus guardas, que acabó con la muerte del guerrillero atravesado por miles de bayonetas. Aún así arrastraron su cadáver hasta el patíbulo y lo colgaron de la horca como si lo ejecutaran. Ahí nació la leyenda de "El Empecinado"...
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