Mariano Téllez-Girón y Pimentel fue uno de los personajes más seductores y llamativos de la Historia de España del XIX. Duque de Osuna y de más de 68 títulos con 15 Grandezas de España, era uno de los nobles más acaudalados del país. Sus rentas llegaron a ser de más de cinco millones de pesetas , lo que le permitía renunciar a los 25.000 duros que le correspondían cuando fue nombrado embajador de España ante el Zar de todas las Rusias. Fue pues uno de los ocupantes más ilustres del Palacio de España, frente al puente de San Nicolás que cruza el Neva. Antes de llegar a la capital rusa, Osuna ya había dejado bien asentada su fama de "dandy" por toda Europa, emparejado a Baudelaire y a Talleyrand en París, a Lord Seymour o al Conde D'Orsay en Londres.
Una de las anécdotas más conocidas de tan curioso personaje fue la fastuosa cena que ofreció al Zar , después de haber asistido a una cena de gala en el Palacio Imperial invitado por los emperadores. En esa cena , la zarina lució una hermosísima capelina de zorro azul, rara y escasa especie de la estepa siberiana. El propio Osuna organizó el menú y el protocolo de la noche. Mandó servir una sopa de "sterlets", unas huevas de esturiones enanos muy difíciles de conseguir, y traer de la costa francesa del Mar del Norte cordero "pre-salé", o sea criado cerca del mar, de forma que su carne tiene un punto de salazón que la hace exquisita. (En la Patagonia argentina se puede degustar también esta variedad de cordero). De paso, se hizo traer también de París corbatas de última moda.
Pero lo más importante de aquella cena fue el atuendo de los lacayos que habían de recibir y servir a los invitados: todos ellos lucieron una capelina de zorro azul, como la que llevaba la zarina, para las que ordenó cazar todos los zorros azules de Siberia un mes antes. Ni que decir tiene el bochorno de la emperatriz al ver que los criados de Osuna lucían capelinas como la suya, que creía exclusiva.
Sobre esta cena circula una insistente leyenda que Antonio Marichalar, biógrafo del duque, desmiente en su obra "Riesgo y ventura del duque de Osuna": al término de la cena, la vajilla de oro en que se habían servido los distintos platos fue arrojada al río Neva, por orden del propio Téllez-Girón, quien alegó, para justificar su extravagancia, que "los nobles que sirven a Osuna no friegan platos"... Este rumor es incierto. Pero si non é vero é ben trovato dada la personalidad del noble más noble de todos los nobles de España. Cuando las noticias de esta cena y sus detalles llegaron a oídos de la emperatriz francesa, Eugenia de Montijo, (amor de juventud de Osuna), y de la reina Isabel II de España, cuando ambas merendaban juntas en un viaje de Eugenia a Madrid, ambas comentaron más o menos lo mismo: "Este Osuna es el más Grande de España"...
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