miércoles, 17 de diciembre de 2008

Curiosidades de la Historia



Catalina de Rusia e Isabel II de España: vidas paralelas.

Hay dos reinas en la historia cuyas vidas parecen haber sido trazadas similares y por el mismo camino. Se trata de Isabel II de España, hija de Fernando VII, y de Catalina de Rusia, nacida alemana y condesa Von Anhalt-Zerb.
Isabel II, primogénita de Fernando VII y princesa de Asturias, fue coronada siendo aún menor de edad bajo la regencia de su madre la reina María Cristina. Fue casada a los 17 años con su primo Francisco de Asis Borbón, un infante apocado, amanerado hasta el aburrimiento e impotente. Tal era su amaneramiento que tras la noche de bodas, el general Espartero, a la sazón presidente del Consejo de Ministros, preguntó por cortesía a la reina cómo la había disfrutado. Isabel contestó al general con otra pregunta: "¿Qué pensareis, mi querido Espartero, si os digo que el novio llevaba más lazos, entredoses y encajes que yo misma?". Este desdichado matrimonio llevó a Isabel a buscar el goce sexual en la Corte, donde pudo experimentarlo frecuentemente y con varones bien dotados y bien conocidos. Por ejemplo, el general Serrano entre otros. Pero su gran amor acabó siendo un teniente de la Guardia Real apellidado Muñoz, con quien acabó casándose en secreto, una vez viuda de Francisco de Asís.
Catalina también fue casada a los 17 años con Pedro de Rusia, impotente e idiotizado hasta el extremo de tardar tres años en consumar el matrimonio, posponiéndolo a sus juergas con los amigos y al amaestramiento de perros y ratas. Esta situación llevó a la zarina a buscar los placeres carnales fuera del matrimonio. Para ello fue ayudada por la tía de Pedro, la zarina Isabel Petrovna, que sabía muy bien de la soledad en el lecho conyugal. Ella le presentó a un joven casado, Serguéi Saltikov, que cumplió tan bien con su papel de amante que dejó embarazada a Catalina del futuro zar Pablo de Rusia. Un retoño reconocido sin protestas por el zar Pedro como su propio heredero. Pero Saltikov, agotado por tanto amor, pidió su traslado desde la Corte a cualquier destino y fue enviado como embajador en Suecia, dejando a la zarina toda entristecida. Pero la tristeza le desapareció pronto: en cuanto apareció un conde polaco, Stanislav Poniatowski, que fue su gran amor y la hizo madre de una niña que murió en la infancia. Con el tiempo, la pasión se enfrió y Stanislav fue enviado a su país donde fue coronado como rey de Polonia.
Así pues, la gran Catalina de todas las Rusias e Isabel II de España y de Jerusalén vivieron vidas paralelas, que parecen trazadas por la misma mano invisible que nos labra el destino a cada cual.

0 comentarios: