jueves, 26 de noviembre de 2009

Historias del bandolero

La sabiduría del silencio


Me fastidia la verborrea insustancial. Cada vez soporto menos a los que hablan por hablar, sin pensar las palabras y a quienes, creyéndose sabios, pontifican cuando abren la boca. Hay incluso quien se cree seguro de saber de todo, de debatir sobre cualquier cosa. Pero son pobres cotorras carentes de sabiduría, que dejan al descubierto su propia igorancia por no callar y por la vanidad que les impide guardar silencio.


Cuando me pongo así de negativa me voy al monte a buscar al bandolero para alejarme de los sin sustancia y los vanidosos. Es como si me perdiera por la calle de los silencios. Y descargo en él toda mi energía negativa, porque él es un fantasma y  no puede afectarle nada...

Esta vez me miró en silencio, encendió una colilla que tenía guardada en la taleguilla y, como siempre, entornó los ojos mirando a la lejanía.

- Tienes razón. Cuando no se tiene algo interesante que decir, es mejor callarse. Pero contra la estupidez y contra los idiotas no se puede luchar...

      Eso también lo digo yo, pero nadie me hace caso. A veces, ni yo misma soy capaz de callar y suelto más de una tontería.

- Si uno sabe callarse a tiempo, aprende de sí mismo y de los demás. Es como más se aprende.


     Me gustaría saber a quién escuchará él ahora, que es un fantasma. Con quién hablará en esa otra dimensión. No sé si los fantasmas se hablan entre ellos y de qué hablarán. Pero me abstuve de preguntárselo porque no me iba a contestar. Y recordé de repente aquel enigma escrito en piedra, no sé dónde, que decía: "Cree al que calla y no al que habla". Pero me cortó mis reflexiones.

- A veces nos pierde la boca si la abrimos inoportunamente. Por eso es mejor tenerla cerrada.

       Me dijo algo parecido a lo que aseguraba el impertinente de Kierkegaard, cuando comentaba la ironía de que, precisamente, a través del lenguaje el hombre se degrada, a veces, por debajo de los que no tienen lenguaje... Pero no le dije nada porque él no entiende de sofismas ni de racionamientos cínicos...

     Volví a casa más convencida de que la mayor sabiduría es el silencio fecundo: el acallamiento de la palabra, el retenerla dentro de nosotros mismos alimentándonos, así , con ella en lugar de lanzarla al vacío. 
     Tengo que preguntarle si él, alguna vez, abrió la boca inoportunamente...


10 comentarios:

Anónimo dijo...

Os felicito por los comentarios del bandolero ¿Los veremos recopilaos en libro alguna vez?.

meg dijo...

De momento no me lo he planteado. Pero todo se andará. Gracias Patxian.

Anónimo dijo...

Si, yo tambien voto por verlos recopilados en un libro. Espero que te animes a ello.

1600 Producciones dijo...

Iba a comentar, mejor hago silencio.


Un beso

meg dijo...

Anónimo, los estoy recopilando insertándolos como mac guffin en una novela que creo que me está quedando bien. Todavía quedan algunos.

Gracias por tus ánimos

meg dijo...

Productor, gracias por entender el mensaje. Me enriquecéis el blog. besazos.

Gil de Luna dijo...

Sin comentarios. Si ese libro ve la luz, ojala sea asi, no me perdonaría no tener un ejemplar.
Saludos!!

meg dijo...

Graciaspor vuestros ánimos, Gil de Luna. Pero ya sabeis lo difícil que es publicar en este país.

Perikiyo dijo...

...mejor mantengo la boquita cerrada. El bandolero es sabio y conviene hacerle caso.

Besos.

meg dijo...

Tú también eres sabio, Perikiyo. Mañana hablaremos de algo importante... Buenas noches.