jueves, 6 de agosto de 2009

Marujerías


¿Amores o amoríos?


Son dos palabras que, para muchos españoles, significa lo mismo pero no es así. La palabra amor deriva al latín desde el etrusco, donde no está clara su procedencia. Tampoco hay un concepto definido del amor, palabra con la que se define tanto la pasión como el hondo sentimiento de atracción, cariño y deseos de poseer y pertenecer espiritualmente a una persona.

Amor es, pues, un término más antiguo y profundo que amoríos, que define la pasión más que el hondo sentimiento del amor en todos los sentidos. Con la palabra amorío se definen las bajas pasiones, el deseo de ayuntarse con pareja o el hecho de haberlo hecho una o varias veces. También la relación íntima y efímera con una persona, de la que no se está enamorada. Por la que no se siente "amor".

El enamorado vive inmerso en ese sentimiento y para ese sentimiento, porque siente amor. El enamoriscado o el fogoso tiene un amorío que duran una noche de juerga o un tiempo breve de fogosidad sexual, que se terminan cuando se acaba ésta. Los Hermanos Alvarez Quintero titularon, precisamente, uno de sus libros "Amores y amoríos", definiendo muy bien en su sainete la diferencia entre ambos.

El refranero, sabiduría popular recogida oralmente, ya advierte que "amores nuevos olvidan los viejos". O sea los amoríos nuevos hacen olvidar los anteriores. También advierte que "amor sin sacrificio, tira a fornicio", porque carecerá de una de las característica del amor verdadero: el sacrificio por la persona amada. En cambio, también sentencia que "al amor lo pintan ciego y con alas: ciego para no ver los obstáculos y con alas para salvarlos". O el inolvidable "ama sin límites" de los textos bíblicos.

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