domingo, 21 de febrero de 2010

HISTORIAS DEL BANDOLERO




ENREDARSE EN LAS PALABRAS

   He ido a la cueva a ver si  deshacía el malentendido del otro día. No estoy tranquila desde entonces. Malentendí uno de sus consejos y me sentí ofendida. Estaba sentado en la puerta comiendo un trozo de queso con su navaja guadixeña,  mirando hacia el camino por donde yo subía muy lentamente. A veces pesa la cuesta y él dice con sorna que no, que lo que pesa es el cuerpo.

   Así me juega con las palabras y luego yo las malentiendo. Pero la verdad es que no sé si somos interpretados como queremos y pensamos o esto resulta imposible y acaban malentendiendose siempre  nuestras palabras. ¿Somos capaces de expresar bien los pensamientos o los deseos o los razonamientos?. ¿Somos capaces de expresar la belleza tal como es, o son los ojos de los demás los que ven lo que ellos quieren, sin entender a las palabras?. ¿La rosa es rosa porque se llama así o se llama así porque es una rosa?. Si se llamara de otra forma, ¿seguiría siendo una rosa o sería algo distinto?. 

- Seguiría siendo una rosa. Y seguiría emborrachándonos con su perfume. Y seguiría siendo una flor y, una vez cortada, un cadáver decorativo. ¿Valdría para otra cosa si la rosa se llamase diferente?.  Le oí una vez a un extranjero de ojos rasgados un proverbio con las palabras justas. "Es más bello un clavel que una col, pero intenta hacer sopa con un clavel..."

   Lo que pasa es que a veces nos enredamos en las palabras y es lo mejor que nos puede pasar, porque entonces significa que las vivimos.  Me devolvió un libro de poemas que le había prestado, donde la juventud era un tesoro divino perdido, y donde se empuja a andar haciendo camino.  Como el que ha hecho durante toda su vida el bandolero. Me acordé de uno de los versos, y entonces me adentré en mis pensamientos:

-- Dios, cuánto camino he hecho a lo largo de esta larga vida... Lo peor es que, a estas alturas, todavía no sé adónde conducen...
-- Y ¿Qué te importa ahora a dónde llevan esos caminos?
-- Porque me gustaría saber si seguí el sendero que debía de seguir...
-- Cuando emprendes un camino o eliges en una encrucijada, ya estás siguiendo el camino debido. Nadie nos dice por dónde hay que andar. Somos nosotros los que nos perdemos siempre en el sendero. Y nosotros los que decidimos por dónde encaminar nuestros pasos perdidos... Por tanto, ése es el buen sendero, el que escogemos para salir de la encrucijada y llegar a algún sitio...

    No sé si le ha afectado el libro, si quiere animarme o quiere decirme algo que no capto en la madeja de palabras y pensamientos. Lo que sí ha entendido es que la poesía es palabra y emoción y sentimiento... No se puede separar ninguno de los conceptos de esa telaraña que forman los vocablos, las palabras, los sonidos articulados. Me sacó de mi ensimismamiento con la voz queda:

-- El que más me ha gustado  es el del ojo...
-- ¿Cuál?
-- El ojo que ves no es 
ojo porque tú le veas, 
es ojo porque te ve...

   Volvemos a la madeja de las palabras enrededadas. Al nombre de la rosa. Al nombre del ojo... Pero ¿habrá entendido lo que quiso decir el poeta con sus versos?. ¿Entendemos, realmente, lo que quieren decir los demás con sus palabras?. Nos hemos quedado mirando el uno al otro, y casi al mismo tiempo hemos levantado los hombros y hemos arqueado la boca hacia abajo.

   He acabado comiendo queso con él. Y cortando hierba para colocar el tasajo encima y perfumarlo...Como hace él.

(Dibujo ojo: charlieasecas.com)

5 comentarios:

ANRAFERA dijo...

Bonitas historias las que nos expones del Bandolero. Un placer. Saludos.

meg dijo...

Gracias Ramon.Lo he rescatado de nuevo. Un beso.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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