sábado, 16 de febrero de 2008

De vez en cuando un romance

Romance de doña Alda.

En París está doña Alda,
la esposa de don Roldán.
Trescientas damas con ella
para la acompañar.
Todas visten un vestido,
todas calzan un calzar,
todas comen a una mesa,
todas comían de un pan
sino era doñaAlda
que era la mayoral.
Las ciento hilaban en oro,
las ciento tejen cendal,
las cien tañen instrumentos;
doña Alda dormida se ha:
ensoñado había un sueño,
un sueño de gran pesar.
Recordó despavorida
y con un pavor muy gran,
los gritos daba tan grandes
que se oían en la ciudad.
Allí hablaron sus doncellas,
bien oiréis lo que dirán:
"-¿Qué es aquesto, mi señora?.
¿quién es el que oz hizo mal?.
- Un sueño soñé, doncellas,
que me ha dado gran pesar. Que me veía en un monte
en un desierto lugar:
do son los montes muy altos,
un azor vide volar.
Tras dél viene una aguililla
que ahí lo ahinca muy mal.
El azor, con gran cuita,
metióse so mi brial.
El aguililla, con grande ira,
de allí lo iba a sacar,
con las uñas lo despluma,
con el pico lo deshaz.
Allí habló su camarera, bien oiréis lo que dirá:
-Aquése sueño, señora,
bien os lo entiendo soltar:
el azor es vuestro esposo,
que viene de allén la mar;
el águila sedes vos
con la cual ha de casar,
y aquel monte es la iglesia
donde os han de velar.
- Si así es, mi camarera,
bien te lo entiendo pagar.
Otro día de mañana,
cartas de fuera le traen.
Tintas venían de dentro,
de fuera escritas con sangre,
que su Roldán era muerto
en la caza de Roncesvalles.

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