viernes, 15 de febrero de 2008

Historias del bandolero

El bandolero no sabe de números. Sólo de atardeceres, de alboradas, de botines de cuero, de encajes de Bruselas y sedas de China que vestían las damas de su época. Pero no sabe de números, ni quiere aprender.
- ¿Y cuando tienes que pagar tus compras?.
- Extiendo la mano con el dinero y el vendedor toma lo necesario.

No tiene miedo a ser engañado, porque dice que quien estafa a un ignorante, lleva el castigo consigo.
- Pero también se lleva lo que no le corresponde.
- Una sola vez. El que miente y engaña lo delata con la mirada. Los ojos no saben mentir porque por ellos se asoma el alma...

Le digo que, a veces, sí mienten: cuando el alma está sucia, cuando las entrañas son insensibles y hieden... Pero no me hace caso. El sabe cuándo le engañan y entonces escupe una maldición o una bofetada.
-Y ¿si tienes que contar el botín?
- Lo mismo vale un kilo de oro que diez monedas... El botín se sopesa, no se cuenta... Cuando es demasiado pesado, puede ser peligroso en la huida y hay que soltarlo como un lastre... Y para eso no hace falta contarlo, sino poder llevarlo.

Es inútil explicarle lo que es una cuenta bancaria, una acción bursátil, una herencia patrimonial...
- Mira, ésta es mi cuenta personal...
Y me enseña su botín, su manta jerezana y su caballo...
-Estas son mis acciones.
Y me muestra los encinares, que le proporcionan su desayuno de bellotas diarias, y el manantial que aplaca su sed y la gruta que lo cobija.
- Y ésta es mi herencia...
Y me muestra el sol que asoma por el horizonte, y la luna que empieza a diluirse en la claridad del día y el paisaje que le rodea y las manos con que hace las banquetas con un tocón de madera y los cuencos con las raíces.
- ...que habré de legar a los que vienen detrás.

En verdad, el bandolero no necesita saber de números para vivir tranquilo...

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