miércoles, 14 de mayo de 2008

De vez en cuando un romance



ORIENTAL (José Zorrilla)

Dueña de la negra toca,
la del morado monjil,
por un beso de tu boca
diera a Granada Boabdil.
Diera la lanza mejor
del Zenete más bizarro
y, con su fresco verdor,
toda una orilla del Darro.
Diera las fiestas de toros,
y, si fueran en sus manos,
con las zambras de los moros,
el valor de los cristianos.
Diera alfombras orientales,
y armaduras y pebetes,
y diera...¡qué tanto vales!,
hasta cuarenta jinetes.
Porque tus ojos son bellos,
porque la luz de la aurora
sube al Oriente desde ellos
y el mundo su lumbre dora.
Tus labios son un rubí
partido por gala en dos...
Los arrancaron para tí
de la corona de Dios.
De tus labios, la sonrisa,
la paz de tu lengua mana....
leve, aérea, como brisa
purpurina mañana.
¡Oh, qué hermosa nazarena
para un harén oriental,
suelta la negra melena
sobre el cuello de cristal,
en lecho de terciopelo,
entre una nube de aroma
y envuelta en el blanco velo
de las hijas de Mahoma!.
Ven a Córdoba, cristiana,
sultana serás allí
y el sultán será , ¡oh sultana!,
un esclavo para tí.
Te dará tanta riqueza,
tanta gala tunecina,
que has de juzgar tu belleza
para pagarle, mezquina.
Dueña de la negra toca,
la del morado monjil,
por un beso de tu boca,
diera Granada Boabdil;
y yo, por ello, cristiana
te diera de buena gana
mil cielos, si hubiera mil.

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