domingo, 28 de diciembre de 2008

Historias del bandolero


Palabras llenas y palabras vacías

Escucha, muchas veces, el bandolero palabras vanas y nunca sabe dónde está la realidad del verbo ni la verdad que esconden las frases ni lo que significan esas palabras. Pero entiende muy bien cuándo las palabras tienen un significado y cuándo no. Yo le he dicho que hay mucha gente que habla por hablar, sin pensar lo que dice, por el mero hecho de hacerse oir y de oirse a sí misma.

-- Eso será porque se creen muertos. Necesitan sentirse vivos y no saben cómo hacerlo...

Fue un punto de vista nuevo para mí. Sentí, entonces, pena por esos loros y esas cotorras que hablan con palabras vacías, por todas esas personas que necesitan oir sus propias sílabas para saberse vivos. Seguramente porque no saben pensar o no saben vivirse por dentro. De todos modos , sigo convencida de que, cuando no se tiene nada interesante que decir, más vale guardar silencio o escuchar a los que sí sueltan sabiduría por su boca.

-- Pero personas así cada vez hay menos... Así que, según tus convicciones, vais hacia un mundo de mudos...

Le dije que no, que hay gente que cuenta cosas interesantes... Que yo los he encontrado en las calles de la gran ciudad y en los pueblos perdidos en el campo o la montaña... Que he aprendido de la filosofía de una prostituta, cansada de practicar al filo del alba el oficio más viejo del mundo para llenar ese trocito de organismo que llamamos estómago... Y que he escuchado palabras llenas de sabiduría a un pipero, en la madrileña plaza de Lavapiés, abogado a quien un mal divorcio le despertó la necesidad de una vida de mendigo para no tener que pagar pensión. Cambiaba cromos y tebeos a los niños del barrio y, de paso, les explicaba las grandes novelas literarias para despertarles el afán de la lectura. He oído, en definitiva, muchas palabras llenas en gente que no parece conocerlas y muchas palabras vacías en los chamanes que sientan cátedra social y mediática, incluso desde un micrófono...

-- Pues entonces habrás aprendido a escuchar... y a reflexionar...

Pues no estoy muy segura de esto último. Porque estoy convencida de que, en ocasiones, digo muchas tonterías...

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