lunes, 11 de mayo de 2009

Sal o pimienta





¿DÓNDE ESTÁ MARTA?


El caso de la joven sevillana desaparecida hace ya más de dos meses está subrayando muchos de los defectos y errores de la sociedad española. La cínica burla de los presuntos asesinos ante el tribunal y ante la policía no hace sino abundar en la reflexión sobre los problemas de la juventud actual.

Una juventud generalmente sana y alegre. Pero el cóctel de unos planes de estudio equivocados, la permisividad en las escuelas y en las familias, la cobardía de los padres para disciplinar a los adolescentes que, hasta ese momento, han vivido en total libertad, la falta de valores éticos y el adocenamiento de los jóvenes deslumbrados por la marca de moda y por los juegos electrónicos y virtuales propios de descebrados, que han acabado con los libros en los estantes, ha resultado demasiado explosivo. Ha explotado, precisamente, en la cara de quienes lo han mezclado y agitado, creyéndose los portadores de una falsa democracia. Es probable que los padres de Marta estén arrepitiéndose de su permisividad y su laxitud o ignorancia cuando su hija salía con quien no debía. Con un individuo capaz de asesinarla a la menor contrariedad y arrojar su cadáver a la basura o sabe Dios dónde.


Un individuo que, luego, se ha reído de los jueces, de la policia, de los padres de la víctima y de la sociedad entera mintiendo, buscando los resortes que le eximan de agravantes e incluso desdiciéndose constantemente para divertimento suyo y justificación de su barbarie, provocando búsquedas costosísimas y desesperación de jueces y fuerzas del orden público. Pero no lo creemos tan inteligente como para ingeniarse estas argucias. Más bien sospechamos de un abogado con pocos escrúpulos que, con tal de exculpar a su defendido, le propone tácticas cuando menos inmorales.

El caso de Marta del Castillo está dejando demasiadas miserias al aire. Las miserias de una sociedad desorientada. Las miserias de una parte de la juventud desquiciada, inculta e ignorante. Las miserias de una policía falta de medios, incapaz de encontrar un cadáver que hoy estará ya casi consumido por la descomposición bajo un montón de basura o entre el lodo del seno de un río o...sabe Dios dónde. Las miserias de un sistema penitenciario incapaz de rehabilitar a sus presos. Las miserias de unos individuos irrecuperables por su falta de escrúpulos y de sensibilidad libres entre la sociedad. Las miserias de un sistema judicial con las manos atadas por una legislación penal, malreformada hace apenas 30 años, y que hoy nadie parece capaz volver a reformar. Las miserias de algunos jueces que actúan irreflexivamente, que juegan con las vidas y el futuro de las personas y sin esforzarse en el ejercicio de su profesión. Las miserias de unos abogados sin escrúpulos, capaces de todo con tal de triunfar en el juzgado. Las miserias de unos gobiernos demasiado "democratizados" que entienden la democracia como una total permisividad para los ciudadanos, especialmente para los menores descarriados, que ha anulado toda autoridad y desciplina y ni siquiera la policía o los profesores son capaces de controlar a un adolescente rebelde, con la anuencia de los padres ignorantes de la malicia que se crea en el alma de su hijo...

Nosotros, entretanto, seguimos preguntándonos angustiosamente: ¿Dónde está Marta?. El caso va más allá de un simple crimen con desaparición del cadáver...El caso de Marta ha dejado a toda la sociedad y a sus gobernantes con el culo al aire...

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