¡QUE ME QUITEN ESE MUERTO DE AHÍ!...
En la década de los 50 el autócrata Francisco Franco, que regía los destinos del país desde 1939, solía viajar por España muy de vez en cuando. (En cuanto llegó la década de los 60 se encerró en el Palacio del Pardo y dejó de viajar por nuestro país salvo para ir a Galicia a veranear o a San Sebastián para presidir allí algún Consejo de Ministros).
Pues bien, en 1952, uno de sus viajes fue a Cataluña, para visitar el recién restaurado Monasterio de Poblet. Allí recorrió todo el conjunto arquitectónico admirando los detalles de la restauración. Después se despidió de la comunidad religiosa y llevó a un aparte al Abad. Ante la sorpresa de éste, le pidió que sacara de su tumba los restos del duque de Wharton, allí enterrado desde su muerte en 1731, y los enterrara en otra parte fuera del recinto eclesiástico.
La pregunta que se hacían mentalmente los religiosos y los acompañantes del general fue ¿por qué?... La respuesta estaba, simplemente, en un párrafo de un libro que había escrito Franco bajo seudónimo ese mismo año, y en el que se decía textualmente:
"Desde que Felipe Wharton, uno de los hombres más pervertidos de su siglo, fundó la 1ª Logia Masónica de España, hasta nuestros días, la masonería puso su mano en todas las desgracias patrias".
Efectivamente, la primera Logia Española fue fundada por el duque de Wharton y otros afines en 1728. Se reunieron para ello en el Hotel "Las tres flores de Lis", situado entonces en la que llamaban Calle Ancha de San Bernardo, hoy estrecha calle de colapsado tráfico que une la Glorieta de Ruiz Giménez con la Gran Vía. Esta primera Logia estaba compuesta en su integralidad por militares extranjeros; más tarde se le agregaron comerciantes, diplomáticos y marineros, pero no españoles por el miedo a la prohibición que sobre el tema mantenían los Borbones, por su relación con la Iglesia Católica. Terminada la Guerra de la Independencia contra los franceses, se iniciaron con libertad, distinguiéndose los afrancesados que formaron la Gran Logia Nacional de España, y los de acento bonapartista que dependían del Gran Oriente de Francia. La libertad de actuación entodo el país llegó con el Trienio Liberal de Riego, de quien se dijo que era masón, por sus relaciones con los Grandes Maestros españoles.
Desde entonces, es pública y notoria la aversión de Franco por la Masonería, a la que achacaba los males del país y el aislamiento internacional a que su dictadura nos condenó. Estaba convencido de que había contra España una conspiración judeo-masónica, de la que advertía constantemente y que le obsesionó hasta su muerte.
Muchos aseguran que una de las razones de este odio fue el rechazo de la Logia Masónica española a aceptarlo entre sus miembros...
(Fuentes: "El libro de los hechos históricos" de Gregorio Doval y logiaandama3.blogspot.com)
6 comentarios:
Bueno, ya se que lo tienes Meg, pero no podia dejar pasar la oportunidad. Te he dejado algo en El Retoñal.
Un saludo.
http://marin-lastmohican.blogspot.com/2010/05/premio-tejiendo-suenos.html
hola amiga, y si cada dictador,deja su huella,por muertes,imposiciones, ignorancia,y brutalidad enfermiza en quienes consideran sus contrarios...gracias por el comentario sobre la antología, en verdad y si creo que me lo merezco,alguna vez tenía que pasar...y te comento mi ciudad La Plata,en argentina, fue fundada en 1882 por un masón,y hay infinidad,en realidad todas,las estatuas tienen el simbolismo masonico,su trazado, y su catedral,aun cuando se construtopor 1920 mas o menos,copia de otras catedrales o son todas iguales, no lo se,no suelo ir a misa,nunca,
un abrazo enorme,enorme
lidia-la escriba
Marín, Ya has visto que sí lo tengo. Pero me encanta tener tantos amigos que piensan en mí y consideran bueno mi trabajo. Asñi que voy a recogerlo y añadirte a mis agradecimientos. De verdad, gracias. Un beso.
Lidia, aquí en España entre la masponería y los templarios, nuestras catedrales están llenas de arcanos y simbolismos ocultos, que se han descifrado a medias o no se han descifrado.
Pero lo cierto es que Franco tenía una obsesión enfermiza y antinatural con la conspiración judeo-masónica que creía había en el exterior contra España. Como verás no sólo eran los masones, sino también los judñios los que aventaban ese odio exterior...
En fin, cada dictador, como bien dices, tiene su obsesión, deja su imprompta, desgraciadamente, y sobre todo deja atrás todo el dolor sembrado.
Un beso y gracias por tu comentario.
Intersante post. Enhorabuena.
Gracias Sergio. Un beso y feliz semana.
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