RELEVO BLOGUERO
   CreatiBea, la autora del blog www.vinividivinvi, me ha invitado a participar en la escritura de un relato que va a quedar conformado por varios blogueros, los que deseen participar en una historia compartida. El relato va así y yo añado, al final, mi continuación. El máximo de líneas debe ser de 20 y el mínimo de 5.
1. La  agorafobia de Lucía había hecho que llevase años confinada en lo que  ella llamaba su búnker. Vivía de noche y dormía de día. Era una de esas  mujeres por las que el tiempo pasa cruel y devastadoramente. Una aureola  púrpura rodeaba sus ojos tristes, sin brillo, que se encajaban en un  rostro descolorido y marchito. Tenía una nariz perfilada que sostenía  unas anticuadas gafas.
Sus  labios agrietados pedían a gritos menos nicotina, el pelo cano y  desaliñado le llegaba casi a la cintura y la extrema delgadez de su  cuerpo no podía casi sostenerla en pie.
Su  partida de nacimiento confirmaba que tenía 35, pero los años de  aislamiento elegido, la dejadez y el descuido habían hecho que pareciese  una anciana.
Como  una noche más, Lucía abrió su portátil, para asomarse por esa pequeña  ventana y contemplar, indagar, husmear por entre las callejuelas de esa  gran ciudad virtual que le tenía completamente fascinada. Mientras se  desplegaba automáticamente la persiana azul de Microsoft, preparaba,  como otras tantas veces, sus cigarrillos, el viejo cenicero sucio, y su  té. El turquesa del mar de una playa desconocida le daban la bienvenida.
Y a partir de ahí, su conexión con el mundo.
¡Clic!-
2. Cansada  de navegar entre mentirosos, tarados, onanistas y obsesos, acostumbraba  a desconfiar de los mensajes que recibía a través de Internet. Ella no  era una Princesa Azul, con su miserable aspecto no podía aspirar ni a  cadáver de princesa, por eso descartaba totalmente ser rescatada de su  prisión, alguna vez, por un hombre cariñoso, leal y sincero.
Algo le decía que ese prototipo ya no abundaba en el mundo exterior.
Aquella  noche, que prometía ser como una más, una de aquellas que terminaría en  un alba de lloros mientras nacía una nueva jornada para la  desesperanza, un inesperado recuadro se abrió en la esquina inferior  derecha de su pantalla: era un mensaje de chat con un mensaje  desconcertante:
"QUERRÍA RESUCITAR TU SONRISA".
Al principio Lucía tuvo la tentación de mandar a la mierda al desconocido bromista, pero se contuvo y en su lugar decidió...
3. Decidió  contestar. Un simple "cómo podrías" fue suficiente. Había tardado un  poco en introducir la frase y ahora, mientras aguardaba, se arrepentía  de haber seguido el juego a un desconocido que seguramente en la espera  había desistido de seguir conversación alguna. Aún así, observaba  fijamente la pantalla mientras, inconscientemente, enroscaba suavemente  un mechón de su pelo entre sus dedos... solía hacerlo cuando la  imaginación se apoderaba de ella.
Nada...  no había contestación. Cogió uno de sus cigarros mentolados y justo al  soltar el humo de la primera calada, se quedó paralizada... alguien  escribía al otro lado.
"¡Va  a contestar!", se dijo apagando apresuradamente el pitillo en el  cenicero rebosante de colillas. Intentó respirar hondo, el corazón le  latía rápido, estaba nerviosa y hasta las manos empezaban a sudarle,  pero el nerviosismo no era lo único que se había apoderado de ella,  ahora tenía miedo... miedo de no saber si podría con la respuesta.
4.“DEJAME ENTRAR, LUCIA”
La respuesta le disparó una bala que le acertó en medio de la frente.
Sus  pupilas permanecieron clavadas en los cinco helvéticos caracteres que  titilaban en la pantalla del ordenador. Verificó su nick y era el  correcto. Desde que utilizaba Internet siempre se identificaba como  Isis.
Entonces ¿cómo era posible que aquel hombre conociera su nombre?
Intentó analizar la respuesta, pero tenía la razón bloqueada. Aquel pedido con cierto sabor a súplica viril le secó la garganta.
El maligno duende del arrepentimiento comenzó a danzar enloquecidamente en la boca del estómago.
Su mente se debatía febrilmente entre dos posiciones antagónicas.
¿Debía  apostar por su instinto y permanecer aferrada a su anodina existencia o  se arriesgaba a sumergirse en las seductoras aguas de lo desconocido?
¡Mierda!
Le  dio una pitada al cigarro, se acomodó las gafas sobre el puente de la  nariz y apoyó los sudorosos dedos sobre el teclado. En aquella  inesperada partida de ajedrez, ahora le correspondía a ella ejecutar la  siguiente jugada.
5. Pero no se animó, se sintió perdida e indefensa, aun en la perfecta armonía de sus cuatro paredes.
-No soy Lucía, te estás equivocando de persona- acotó intentando despistar a quien le escribía.
-Dejame entrar, Isis. Quiero sumergirme en la plétora que se acumulará en el centro de tu pecho cuando esté junto a ti, Lucía.
La  mujer se levantó aterrada, cerrando la portátil con fuerza, destruyendo  el cigarrillo con la tensión de los dedos índice y medio.
Lo  primero que hizo fue dirigirse a la cocina y tomar un vaso con agua, un  tanto más tranquila se aseguró de que las puertas y ventanas estuvieran  cerradas.
Riéndose  de si misma y de su estúpido terror repentino, se dirigió serena hacia  la portátil, la abrió y pensándolo bien le escribió.
-Isis  no es Lucía, me estás confundiendo. Espero que tengas suerte al  encontrarla. Chao, me voy- y para terminar con esa charla le mandó un  emoticón sonriente. Estaba dispuesta a apagar el computador cuando un  nuevo mensaje entró.
-LUCÍA ¡DEJAME ENTRAR!
Y unos golpes en la puerta le sacaron un grito desesperado de horror.
6. Grito  que ahogó entre sus manos, ante la incipiente mirada de terror que  dibujaba en sus ojos fijos en aquella puerta. Sin respiración audible,  caminó descalza hacia ella, casi de puntillas, iluminada tan sólo por el  parpadeo constante de aquella pantalla, que reiteraba el amenazador  mensaje que asomaba al compás del golpear proveniente del otro lado de  la estancia.
Al  llegar frente a ella, contuvo el aliento, cerró los puños clavándose  las uñas en las palmas, agudizando el oído y..., en el momento justo en  que sus ojos alcanzaron la altura de la mirilla, el sonido cesó y la  pantalla se apagó, quedando sumida en la más absoluta oscuridad.
Ahora  el único sonido que se escuchaba era el acelerado palpitar de un  corazón. Cerró los ojos con fuerza e intentó visualizar la ubicación de  las escaleras por donde tendría que escapar si aquella puerta se  abriera, pero a su mente sólo llegaba una imagen, una pared con un  letrero pequeño, negro, que rezaba:
-APTO. 601-
7.- ¿Lucía, estás ahí?
La voz de Elisa  le pareció por unos segundos la más firme asidera a donde agarrarse,  ahora que sus piernas habían perdido completamente el control.
– Espera, te abro. No encuentro la luz-
Con su habitual desparpajo. Elisa dejó  la compra desparramada sobre la mesa de cocina, y comenzó a organizar  la nevera. Lucía la miraba como una autómata, que hubiera llegado de  otra galaxia. Camino hacia el baño, para poder respirar sin la reserva  que la inspiraba la mirada indiferente de Elisa, y al mirarse en el espejo creyó observar que alguna cana más había descolorido su ya ajada melena.
Imágenes a modo de diapositivas iban pasando ante sus ojos.
¡Flash!, la primera cita.
¡Flash! Las palabras de reproche.
¡Flash! Las primeras amenazas.
¡Flash, el primer golpe.
Recordó  como su larga melena recorría aquel aseo camino de la bañera repleta de  agua de la mano de él, y como intentó sobrevivir tragando agua mientras  conseguía ahogarla.
–  Nunca más-, se dijo. Ya no posaría más en aquellas revistas con traje  de baño, con piernas de junco y huesos en la piel, que despertara el  deseo impío de pervertidos impulsos. Su oscuro refugio le proporcionaba  el perfecto amparo e miradas promiscuas.
Volvió  a la cocina a observar los ágiles movimientos de Elisa, que le  reportaban confianza cuando de nuevo otro golpe en la puerta las hizo  girar la cabeza hacia la luz del portal.
Cuando  llegó la mirilla, arrastrando lánguidamente los pies, un golpe de luz  estalló en su córnea para encontrar frente al cilíndrico cristal  cóncavo, una retina nerviosa que le avistaba a través, con la misma  intensidad con la que ella intentaba reprimir aquel quebrado grito que  no afloraba…
En  ese preciso instante, la luz del estudio se prendió como una cascada  fulgurante, y la pantalla del portátil comenzó a parpadear emitiendo  singulares crujidos.
- ¡ Lucía, no me eches en el olvido! ¡ Déjame entrar!
8.-  Ahora no puedo, Elisa… Estoy cansada... No soporto más esta muerte en  vida. Mientras tanto, su cuerpo –casi inerte y su mente en La Nada-  levita y a la vez cae desesperadamente en un viaje con destino incierto:
El  acto, el telón, la función era como ese salto en la oscuridad, que  Lucía; sin la más mínima posibilidad de escapar, jamás volvería atrás,  ni siquiera como una insignificante mota de polvo, los interminables  tres segundos detrás del telón con las cara pintada se compararían con  una brújula en apuros, las posibilidades en extinción y los puntos  cardinales de vacaciones y sus diversas interpretaciones.
El  miedo rodeándolo todo de principio a fin, como la incertidumbre  torturando a un garabato con los pies imaginarios y las palabras  inacabadas, estallan de pronto: la función a de comenzar los pies sobre  las tablas, había que ponerlos a soñar, la ciudadanía respetable y  lamentable bien dispuesta en las sillas…
Ahora es el momento:
-dijo Lucía.
Entre  tanto sus ojos fulgurantes y radiantes comenzaban a desvanecerse y el  mundo se le manifestaba como el matadero demencial que es. El tambor  late en su pecho es más sonoro que 10 mil en un ritual festivo del  África, había que convertirse en alter ego del bípedo implume, para que  todos los demás entendieran: Que escudriñar a las estrellas con un  telescopio gigante, mientras el contacto impersonal y sin alas de la  multitud, te produce una mezcla de indignación y burla, sobretodo eso la  burla, estallas a risotadas en tu interior y comienza a bailar de  alegría, a escribir un libro de horas, a fotografiar mundos nacientes en  plena gestación, a desatarte la cordura, a despachar a la decencia y a  despedir al buen juicio y al decoro, y lentamente te conviertes en el  loco que baila sin ropas, en una mezcolanza de sabiduría y disparates,  inicias una destrucción tan bella… que al final dices:
- ¿Será real? ¿En dónde estoy?
9.Las  luces seguían apagadas, la puerta cerrada, la casa desordenada, parece  que el silencio se instalaba de nuevo en aquel desamparo y su mente  comenzó a divagar en el placentero deseo de acabar con todo.
¿Cómo lo haría? ¿Estaba segura que podría hacerlo? ¿Merecía la pena seguir luchando por algo, por alguien que la maltrataba? Pero...¿Y su arte,  su vocación? ¿Y aquella familia que dejó en el pueblo? En algún momento  había disfrutado de su estilo, ante cuántas miradas indiscretas... Todo  era pasión ante los ojos dominadores de aquel hombre, de aquella bestia  que ya nunca la dejaría en paz. Las representaciones del loco, están sustraídas al descabello.
De  nuevo llamaron a la puerta. había perdido la noción del tiempo.No. No  estaba en casa, no tenía ordenador, ni televisión, ni radio, ni luz  eléctrica, nada, nadie podría convencerla. su ciencia era, es lo  accidental, lo fortuito, la locura, la nada, la dejadez, la  inercia..porque la fantasía sólo es un juego, un extravío, un delirio  pasajero. No. No abriría jamás. No podía fiarse de nadie, ni siquiera de  Elisa,  menos de él. Sus ideas, su carácter mórbido, sus deseos tan pronto  sublimes, tan pronto locos, ella no había sido creada para que la  manipularan los "genios", no tenía paciencia, no podía dejarse golpear  por una pasarela de fama absurda.
El  silencio volvió a invadir todos los espacios de su habitación oscura.  Se dejó caer en el suelo, junto a la cama, buscó a tientas el paquete de  tabaco, sacó un cigarrillo, se lo llevó a la boca, no encontró el  mechero. A tientas agarró el teclado del ordenador, tiró de él con  fuerza y lo estampó sobre algo que se rompió al instante. El sonido la  hizo cambiar de postura. El silencio se hizo de nuevo, algo se había  roto en mil pedazos. No quiso averiguarlo. De repente su  necesidad de fuego se agudizó ¿Dónde estaría el mechero? Sí. Sí. La  llama era importante, el gusto, el sabor, la necesidad de sentir el humo  en la oscuridad, la acuciaba. Aquella llama imaginaria le hizo recordar  su estancia en Londres y, de repente empezó a viajar, incluso a pensar  vagamente en el regreso... El subconsciente entra en escena. La  posibilidad abraza sus adormecidas sensaciones de libertad...
Se levanta, busca una luz, o no. Mejor vuelve a mirar por la mirilla. Parece que se han ido. el ordenador ya está roto. No quiere saber más de nadie. Se lo ha prometido así  misma, nunca, nunca abrirá esa puerta. Saldrá por la ventana, por la  chimenea, por el tejado...o se quedará allí para siempre. De repente su  propia risa la hizo desperezarse. Nadie, nadie la encontraría  nunca...Pero en Londres era todo distinto... De repente se encontraba  sentada en un banco, viendo como iban y venían las palomas en Trafalgar Square.
(Aut@r: Julie ) 10.En Trafalgar Square,  el cielo plomizo dejaba escapar finas gotas de agua, no eran de lluvia  realmente, no, no llovía, era la niebla húmeda la que, sin apenas  percibirlo, estaba empapando el cuerpo, el cabello, el rostro de Lucía.  Las gotas de agua y el llanto se deslizaban juntos, suavemente, por sus  mejillas.
Sin rumbo determinado volvió a Picadidilly Circus. Era su lugar preferido desde que, hace ya dos años, vino a Londres.
Desde los primeros días buscó un lugar privilegiado en la escalinata, arriba del todo, y cada día volvía a él, como por arte de magia siempre tenía libre su asiento. Hoy también observa el gentío que sin aparente rumbo fijo deambula por el barrio. Lucía acaricia su cazadora multicolor que nada más llegar, compró enfrente en la gran tienda del Sargent Pepper, una vez más intercambia algún que otro cigarrillo “Ideales” por rubio inglés, con Yasser, un estudiante de Kuwait que pincha discos en una discoteca en Cardiff.
¿La reconocerían en el pequeño pueblo del interior de España, si la viesen con su pelo crepado, de color verde, sus botas de altas plataformas y sus inmensos ojos azules enmarcados por una inmensa sombra fucsia?
En Londres Lucía se había descubierto. Su melena larga, rubia, adornada con flores, brillaba con luz propia. Se reconocía hermosa y el amor que por primera vez vivía, contribuía a esa seguridad y felicidad sentida.
Todo su mundo mágico había comenzado al conseguir la beca RADA –Academia Real de Arte Dramático. Un sueño. Lucía creía vivir un sueño. Eran los maravillosos años 70.
Otra Lucía, en su vientre se estaba gestando sin saberlo.
Desde los primeros días buscó un lugar privilegiado en la escalinata, arriba del todo, y cada día volvía a él, como por arte de magia siempre tenía libre su asiento. Hoy también observa el gentío que sin aparente rumbo fijo deambula por el barrio. Lucía acaricia su cazadora multicolor que nada más llegar, compró enfrente en la gran tienda del Sargent Pepper, una vez más intercambia algún que otro cigarrillo “Ideales” por rubio inglés, con Yasser, un estudiante de Kuwait que pincha discos en una discoteca en Cardiff.
¿La reconocerían en el pequeño pueblo del interior de España, si la viesen con su pelo crepado, de color verde, sus botas de altas plataformas y sus inmensos ojos azules enmarcados por una inmensa sombra fucsia?
En Londres Lucía se había descubierto. Su melena larga, rubia, adornada con flores, brillaba con luz propia. Se reconocía hermosa y el amor que por primera vez vivía, contribuía a esa seguridad y felicidad sentida.
Todo su mundo mágico había comenzado al conseguir la beca RADA –Academia Real de Arte Dramático. Un sueño. Lucía creía vivir un sueño. Eran los maravillosos años 70.
Otra Lucía, en su vientre se estaba gestando sin saberlo.
Hoy,  con 35 años, con el pelo apagado, sin brillo, con un bagaje de triste  vida continúa sentada, rodeada de palomas en Trafalgar Square. En su mente está grabado: Apartamento 601.
(Aut@r Camy)
11.Clac, clac, clac, clac
Un  silbido lejano sincronizado con el buen compás de unos tacones cada vez  más cercanos se hacían eco por el hueco de la escalera.  
Ese  inocente sonido le martilleaba la cabeza. Abrió con dificultad los ojos  y se encontró allí tendida, con la cabeza medio encajada entre los  barrotes de la escalera, desnuda, con sangre reseca en la manos y con la  cruel imagen que la perseguía de frente:
APTO. 601.
Giró la cabeza buscando desesperadamente la puerta de su casa.
Estaba abierta.  
Suspiró.
Suspiró.
-¿Cómo he llegado aquí?- pensó.
Estaba aturdida. Flashes  de consciencia e inconsciencia  rápidos y astutos se intercalaban en su dolorida cabeza:
-Trafalgar square-
-Isis-
-Déjame entrar-
-Yasser-
-Londres-
-Londres-
-Tabaco-
-muerte-
-Elisa... Elisa...-
-¿Dónde estaba Elisa?-  
Aterrorizada se levantó y corrió hacia su apartamento con la esperanza de que Elisa también hubiese formado parte de su sueño.
Atravesó el largo pasillo que conducía al salón, y allí, entre el umbral de la puerta que daba paso a la cocina, sobre un charco de sangre, descansaba el cuerpo sin vida de Elisa.
Junto a ella, el retrato hecho añicos de su hija Olga Lucía y una nota que decía:
 
“SÓLO QUERÍA RESUCITAR TU SONRISA”
(Aut@r CreatiBea)
  
(Aut@r CreatiBea)
Durante su delirio, Olga Lucía había estado en su casa. Pero ¿cómo había entrado?. Seguramente Elisa le había abierto la puerta. Y ¿dónde estaba ahora su hija?. ¿Qué había pasado con Elisa?. Se miró las manos empapadas en sangre y lanzó un grito desesperado que salió amortiguado de su garganta, casi mudo, como si sólo pudiera murmurar los gritos y las palabras. 
   Se arrastró hacia el ordenador descuajaringado en el suelo, junto al retrato roto de Olga Lucía. Comprobó que funcionaba todavía. ¡No se había roto!. Su luz volvía a brillar una vez conectado. Y de nuevo el color azul de la playa desconocida, y la palmera torcida y el agua serena y... un parpadeo sobre el paisaje le daba a entender que tenía nuevo mensaje. Tembló. Tuvo miedo. Pero no pudo aguantar la curiosidad...
"¿HAS VUELTO YA?"
    Alguien sabía, al otro lado de la pantalla, que se había"ido" durante ... ¿cuánto tiempo?. ¿Cuánto había durado el delirio?... Y de pronto le invadió un terror insoportable. "Si alguien sabe que me he ido, ¿sabrá también qué ha pasado con Elisa"...  Se quedó sentada en el suelo, llorando y temblando de miedo, de espaldas a la cocina, donde el cuerpo de Elisa se desangraba...
   "¿Y si ÉL había estado allí?. ¿Y si ÉL había matado a Elisa, en aquella oscuridad, creyendo que era ella?.."... 
(autor: Meg)
  He pasado  el relevo de la historia a Mimosa, que sabrá mejorar la historia saliendo del atolladero en que yo la he dejado.
 
 
 
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13 comentarios:
una iniciatiba interesante
Me encantan este tipo de iniciativas, sobretó porque promueven la partisipasión entre blogueros. Quizás me anime.
Un saludo alienígena ;)
Que gran idea crear una historia compartida...esta quedando estupendamente.
Mi enhorabuena a la coautores.
Bien Bea, pues paso el relevo a Mimosa, de www.mimosa.empezardecero.blogspot.comGracias Bea.
Gracias Oscar. Un beso y feliz semana.
Plack, Fran, a mí también me gustó y me animé a participar. Poneros en contacto con CreatiBea, www.vinidivinvi.com.
Biennn Meg. Has retomado la historia, devolviéndola a sus comienzos, e impregnándola de ese aire misterioso que tenía, con su toque de suspense.
Gracias por tu aportación, sin duda poco a poco se va enriqueciendo con las impronta personal de cada cual.
Me ha gustado conocer tu blog. Un beso, y ahora toca seguir a Mimosa a ver por donde nos lleva....
Gracias Ana. Me ha encantado participar y seguir creando el personaje. Espero leer a Mimosa ya...
Te haré una visita y gracias por la tuya. Un abrazo y feliz semana.
Guau!!!! Aterrizo de un fin de semana muy espiritual y me encuentro con una gran patata caliente,ja,ja,ja,ja.
Ufff!!!La cosa está complicada eh? Tengo que releer para retomar y que de mi se apiaden la musas, así que no disparéis aún la salida,ja,ja,ja.
Tomo pues el relevo, aunque debe decir que la imaginación por aquí brilla a raudales, porque mira que era difícil!!!
Gracias y veamos que surge, le daré unas vueltas.
Besos y abrazos
Hola Meg, creo que le has dejado a Mimosa un buen caldo. Pero confío en ella que sabrá darle forma como cabe esperar de su pluma.
Seguiré atento a esta iniciativa, que nadie sabe como acabará...
Un fuerte abrazo y encantado de pasar por tu rinconcito.
Mimosa, creo que tú sabrás salir del atolladero. Es que me pareció interesante meter un elemento de intriga en medio de tanto delirio. Un besazo y que te salga bien. Estoy deseando leer lo que escribas.
Gracias Quino por tu atención . Esperemos a ver cómo acaba la historia. Yo también tengo interés en saberlo. Un saludo y feliz semana.
Hola Don Vito. Gracias por tus elogios y pasaré a visitarte pronto. Un beso y feliz fin de semana.
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