sábado, 7 de mayo de 2011

BEBIDAS PARA SOÑAR



PIROPOS PARA UNA  BELLA DAMA


   Muchas noches una mujer, después de asombrar a toda una corte en un baile de gala, se rebela y se desgañita por culpa de un machista soberbio que se cree Pigmalión. En esas noches en que el hombre se siente un semidiós, hay que bajarle los humos. La mujer, entonces, debe dejarse llevar por los instintos  más barriobajeros y hacerle esperar, desesperando, al pie de una escalera... Y prepararse un cóctel  a su gusto, no al de él. Y si él quiere uno, que se lo haga o que se dé al whisky y en paz...

   Entonces la eterna Elisa que toda mujer lleva dentro se hará con pomelo  -que dicen que adelgaza-  y con piña -que dicen que desengrasa- y con ginebra -que decían antaño que era buena para la digestión- y se hará un brebaje de nube de perlas y encaje que se esfuma al contacto con la lengua.

   Es... como si ella le diese órdenes tácitas a él , indolentemente, con elegancia. Como hacía Elisa Doolitle con el prepotente señor Higgins, inesperadamente, en casa de la mismísima señora Higgins, la madre de él Fue  cuando a él le invadió la desesperanza de la soledad, la pérdida de esa compañía que había convertido en costumbre. Pasó en un segundo de la cómoda soledad voluntaria a la odiosa soledad no deseada... De la indolencia y la misoginia irracional a la nostalgia de una presencia próxima... De la comodidad en el confort a la rebelión contra la ausencia... De la ufana soltería a la añoranza de la costumbre cotidiana en que se convierte siempre el matrimonio...

   Fue la silenciosa venganza de Elisa la que le llevó a recapacitar allí en su casa elegante y cómoda de Whitehall, esperando que ella regresase para convertirla en su Fair Lady de por vida. Pero eso sí, continuando ella como dueña y señora de su lenguaje y de las zapatillas de él. O sea, con la libertad de tirárselas a la cara cuando se pusiera impertinente...

   Es cuando él se decidió por un My fair Lady, y ambos lo desgustaron en la biblioteca, sentado cada uno en su sillon de lectura, conscientes de que a ella siempre le quedaba la opción de marcharse cerrando la puerta por fuera... Pero hasta ahí no llega la historia de Oscar Wilde...
                                                                             *   *  *   *   *   *   *
MY FAIR LADY

  Una clara de huevo batida a punto de nieve.- Una cuarta parte de zumo de pomelo.- Una cuarta parte de zumo de piña.- Dos cuartas partes de ginebra.

  Mezclar todo menos la clara de huevo en la coctelera con hielo. Agitar fuertemente. Verter en la copa en que se va a servir, añadir despacio la clara de huevo montada y mezclar suavemente con el resto de la bebida. Servir decorado con fresas.


1 comentarios:

meg dijo...

Pues ya la conoces, Bea. Me alegro de que te haya gustado.