miércoles, 3 de octubre de 2007

Historias del bandolero

El afán por la victoria se ha convertido en una obsesión colectiva. Hay que competir y poner la máquina al límite para triunfar, aunque estalle antes de subir al podio...
Dice el bandolero que nadie vence si no es a sí mismo y nadie triunfa si no es sobre su propia meta...
Pienso si no hemos desbocado nuestro orgullo. El horizonte nos confunde y convertimos en nuestras las metas de los demás, envidiamos las posesiones de los demás y deseamos soñar los sueños de los demás...
Dice el bandido que sólo nuestros propios sueños pueden ser alcanzados. Que los demás son pura entelequia. Que la meta del atleta es la que él mismo se impone. A veces sueña con sólo llegar, aunque sea el último. Llegar, entonces, será su triunfo en el edén de los sueños... Nunca se va más allá de los propios sueños: el deportista aspira a superar su propia marca... El corredor a reducir el tiempo de su carrera... El nadador a flexibilizar sus músculos más allá de lo normal...
... El hombre de la calle aspira, tan sólo, a aguantar despierto un poco más cada día, para trabajar más... El naúfrago sólo intenta seguir flotando unos minutos más, esperando el salvavidas... Y el superviviente, prolongar su resistencia al frío y al hambre hasta más allá de lo imaginable... Seguir vivo es, a veces, el mayor triunfo...
Me lo dijo el bandolero que sabe bastante de supervivencia y no entiende nada de competitividad ni conoce otro triunfo que el de ver amanecer cada mañana...

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