domingo, 9 de diciembre de 2007

Cajón de sastre

Los fantasmas del Hotel Savoy de Londres.

Son muchos. Oscar Wilde, en su habitación entelada con rayas amarillas y blancas, sigue lanzando sus dardos contra la hipócrita sociedad londinense. Enrico Caruso sigue organizando en la neblina del pasado sus extravagantes fiestas con las que revolucionó el barrio del Strand, anegando el patio central del Hotel para que aquello pareciera Venecia. Coco Chanel luce por sus pasillos los largos collares de perlas y sus tailleurs rematados por encima de la rodilla. Escoffier sigue cocinando sus recetas inigualables para los exquisitos huéspedes.

Humphrey Bogart pasea sus cigarrillos medio consumidos en la comisura de sus labios, antes de irse a dormir a la habitación 410 donde seguramente le silbó varias veces a la Bacall. Es la misma cama donde durmió Katherine Hepburn aliviada de "La fiera de mi niña". Alfred Hitchcock sigue ultimando sus guiones sobre el escritorio de caoba de su habitación. María Callas sigue guardando cuidadosamente su vestuario en el armario estilo Luis XVI de su suite. Vivien Leigth y Laurence Olivier mantienen entrelazadas sus manos, como si de nuevo fueran presentados bajo las impresionantes arañas de cristal del vestíbulo del hotel donde nació su amor. Stan Laurel y Oliver Hardy aquí dejaron de ser "El gordo y el flaco" para ser exclusivamente los señores Laurel y Hardy, con maletas y habitaciones distintas. Sir Winston Churchill sigue almorzando con los miembros de su gabinete en una habitación secreta, que resultó ser la más dañada del hotel en los bombardeos nazis. Y la reina madre Mary sigue pidiendo en uno de sus reservados el Gin Tonic que le alegraba la tarde desde que terminó la guerra.

Elizabeth Taylor añorará su primera luna de miel entre sus paredes. Y la reina Isabel II de Inglaterra se estremecerá imperceptiblemente recordando su primera aparición junto al que sería su marido, el guapísimo Felipe de Grecia y Mounbatten.

Ahora se venden ese escritorio, ese sofá, esa cama, esas cortinas, ese armario Luis XVI, las dos arañas del vestíbulo "Támesis" del hotel inaugurado en 1889, y que fue el primero en alumbrarse con luz eléctrica. Se subastan los recuerdos del Savoy. No sabemos si también entran en la subasta los fantasmas de sus pasillos.

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