lunes, 10 de diciembre de 2007

Historias desde el mirador

Hipoglucemia.

Se había acurrucado al fondo del estrecho callejón sin salida, a las espaldas de la multitud que esperaba el paso de la Cabalgata. La oscuridad del rincón le ocultaba mientras buscaba en sus bolsillos un mendrugo de pan con el que calmar el ataque de hipoglucemia que le daba frecuentemente, quitándole las fuerzas, acaso por falta de glucosa en su alimentación. Bueno, en su alimentación faltaba de todo. Apenas comía a diario un mendrugo de pan y algo de fiambre ya caducado, del que el gran supermercado se deshacía cada noche. Allí buscaba yogures azucarados que no siempre encontraba. Pero sobre todo llenaba sus bolsillos de galletas, para estos momentos en que su cuerpo se desmoronaba como una marioneta abandonada.

Se durmió, a pesar del dolor en el estómago y del escandaloso ruido de niños y mayores gritando a las carrozas que desfilaban por la avenida. No supo el tiempo que había dormido. Se despertó tritando de frío, por culpa de la hipoglucemia y porque había perdido una de las capas de cartón que tendría que reponer esa misma noche. Se anunciaban heladas y lo iba a pasar mal. Se incorporó y vio brillar algo en el suelo junto a sus pies. Se estiró para cogerlo. Era un puñado de caramelos y chocolatinas y un bocadillo de jamón muy bien envuelto. De buen jamón. De ése que apenas compra nadie por su precio.

Comió primero los dulces para nivelar su nivel de glucosa. Luego desenvolvió el bocadillo y empezó a morderlo lentamente, para saborear mejor el sabor del fiambre y del pan tierno del día. Y de repente se fijó en las pisadas marcadas en el callejón. Huellas de pies pequeños que habían dejado su señal mojada por los charcos del asfalto. Junto a ellas, alguien había perdido un guante blanco y un penacho de plumas. La multitud ya se había dispersado y la calle se iba quedando desierta. Siguió comiendo muy despacio, para que le durase más aquel bocadillo de jamon.

0 comentarios: