viernes, 12 de diciembre de 2008

De vez en cuando un poema


Hay que morir, amigo, para unir los extremos
de este cotidiano alambre
tendido sobre el abismo de estar vivo.
Hay que morir, no hay fallo, para enterarse un poco
de si es cierto que existe la Poesía,
de si hay al otro lado del Castillo
un guardián, una orquesta
y un teatro.
Y, sobre todo, hay que morir, amigo,
para quedarnos finalmente convencidos
de que la luna es el sol de las estrellas.
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Al hombre le es fácil compartir sus monedas
pero a ninguno le es dado
pelear contra la soledad de un semejante.
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(Gastón Baquero)

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