BIENVENIDO ALEX
Bienvenido a la vida, mi niño. Cuatro meses llevas ya intentando aprender a vivir, explorando el mundo que te rodea -que es muy pequeño todavía- y descubriendo cosas nuevas como tus pies y tu imagen reflejada en un espejo.
Te deseo que sigas viviendo en armonía, entre el amor de tus padres y de tus abuelos, y que vayas cumpliendo las etapas que nos va marcando la vida. Ya verás que no es tan difícil, aunque a veces se te haga cuesta arriba seguir viviendo. Graba con tus grandes ojos todo lo que vayas descubriendo y almacénalo en tu memoria. Luego, cuando seas mayor, a veces, tendrás que recurrir a ese almario archivado para poder recordar infancias y momentos.
Pero ahora, mi querido Alex, aprende a distinguir las voces, las imágenes y las caras. Poquito a poco, irás viendo que vivir es interesante y divertido y que proporciona satisfacciones que no esperabas.Que no conozcas nunca, mi niño del alma, las guerras, el hambre, la mentira, la hipocresía, la ambición o el desprecio. Muy al contrario, procura siempre mantener la paz en tu entorno, repartir justamente el alimento, decir la verdad aunque sea encubierta para no dañar, y ser tú mismo, sin poses ni fingimientos ni falsas humildades.
De esta manera, Alex, la vida se te hará placentera y te será fácil vivirla. Ya lo verás cuando descubras el mundo de los unicornios, de las hadas, de los gnomos y de la princesa de las nieves (que en tu tierra no debe andar muy lejos). Y conforme vayas cumpliendo años, meses o etapas, empezarás a mirar de vez en cuando hacia atrás para ver lo que has construído en tu caminar. Pero no te detengas nunca, nada más que para echar un trago de vino y descansar tras una larga etapa. Te llegará la decepción, el fracaso, el amor o el desamor, pero nadie se muere decepcionado o por desamor. Te lo digo yo. Se sigue viviendo, a veces, un poco amargado, y a trancas y barrancas porque los mayores somos así. Pero la vida sigue y nos lleva a veces a estaciones insospechadas, a paradas inesperadas y a triunfos soñados y peleados. Cuando llegues a tener un hijo, empezarás a pensar como tu padre y a añorar la infancia que ahora tienes abierta de par en par ante tí. Disfrútala mi querido Alex. Y goza con tus descubrimientos cotidianos. Como el espejo del otro día reflejando tu imagen que tanto te asombró.