Cuando pone en mi pecho sus patas
y me mira a los ojos el perro,
las raicillas del alma me tiemblan,
¡temblor agorero!
Me acongoja la muda pregunta,
de sus ojos el líquido ensueño;
ni le queda dolor en al alma,
¡tan sólo silencio!
En el lánguido humor de sus niñas
se me encara perlático espejo
de un ayer tan lejano que se unce
a un mañana eterno.
¡Ay la cárcel de carne en que duerme
la divina conciencia!, ¡ay del sueño
de una sombra que mira en los ojos
del trágico perro!
¿No es acaso mi Dios que al mirarme
desde lo hondo del alma de “Remo”
con la cruz de la carne me hostiga
mi eterno deseo?
Cuando pone en mi pecho sus patas
y en mis ojos sus ojos el perro…
“¡Dios mío, Dios mío, por qué me has dejado!”,
clamó el Nazareno.
Miguel de Unamuno (Al perro Remo")
.
4 comentarios:
Hola meg, espero te vaya todo bien. Bonito poema el escogido en esta ocasión de M.Unamuno.
Cordial saludo y buen Domingo.
Ramón
Hola, pasate por mi blog que te he dejado algo, un beso.
Ramon, me alegro de que te guste. Un abrazo
Ana, gracias. Me pasare en cuento pueda.No te preocupes. Un abrazo.
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